Método de las ciencias sociales

«El estudio de los problemas concernientes al método ha estado casi siempre condicionado por preocupaciones metafísicas.

En general la metodología se estudiaba en dos niveles: el nivel filosófico, con el consiguiente fundamento metafísico, y el nivel especializado en cuanto el método era una técnica para simplificar y hacer más eficaz el control de un sector de la naturaleza.

La conexión entre ambos niveles es un problema constante, pues el tratamiento de un sector de la naturaleza para controlarlo mejor no exige fundamentos metafísicos. No obstante, la metodología general parte de ese supuesto.

El método, por consiguiente, es bien una cuestión metafísica, bien una cuestión técnica o instrumento de control.

La idea fundamental en el primer caso está en la admisión de dos realidades distintas pero conectadas, de tal modo que el proceso de una se refleja en el proceso de otra. Admitida esta dualidad y conexión resulta que la rectitud en el orden del pensamiento expresa la rectitud en el orden de la realidad extramental.

Este criterio es fundamentalmente un criterio aristotélico que implica, a) una dualidad sin la cual no es posible el conocimiento, y b) una sincronización entre ambos elementos de la dualidad.

La mente sigue un proceso cuyo orden intrínseco coincide con el orden de la realidad extramental. Por consiguiente, las investigaciones lógicas son investigaciones ontológicas y el orden del pensamiento y el orden del mundo coinciden.

La reacción contra este criterio ha sido muy tardía. Hay hostilidad, que procede de la falacia de la experiencia interna y de la herencia cultural, a admitir que la armonía en la dualidad de sus elementos epistemológicos no tiene más valor que el de una hipótesis cada vez menos útil.

No se trata de admitir lo contrario, hipótesis perfectamente aceptable, sino de eludir los inconvenientes dogmáticos y limitadores de la concepción metafísica del método.

La lógica, incluyendo la lógica matemática, ha tenido que admitir que la armonía entre la estructura del discurso lógico y la estructura de los hechos del mundo y su proceso no es una armonía preestablecida, ni determinada por otra tercera realidad, ni compuesta de continuo por un principio trascendental.

No es necesario, si siquiera conveniente, partir de la hipótesis de armonía. Es mejor partir de la hipótesis armonizable. La estructura del proceso lógico y el orden de sus elementos es armonizable con los hechos del mundo.

El prejuicio «armonía» produce errores tan burdos como el de aquel sabio que viendo la luz de la linterna de míster Pickwik y recibiendo el puñetazo de Sam Sawyer en condiciones de observación inadecuadas, indujo una compleja teoría sobre nuevos fenómenos luminosos.

El prejuicio de armonía le llevó a suponer que el proceso lógico de derivación analítica exigía los correspondientes hechos. Son tan infinitos los intelectuales que caen en este engaño. Hay cierta clase de hechos, los hechos históricos, que admiten esta falacia, sin que los resultados perturben el orden del proceso acumulativo de nuevos conocimientos.

… El libro que sigue, bien pensado y construido, expresa con probidad el rudimentario nivel de los métodos científicos en la sociología, política y disciplinas afines. Después de leerlo el lector está en condiciones de preguntarse si pueden o no las disciplinas que investigan los fenómenos políticos y sociales seguir el camino seguro de la ciencia.

En todo caso, aunque la respuesta sea en un tanto por ciento muy elevado negativa, no debe descorazonarse el estudioso de la sociología. Los métodos empíricos son la base de una futura codificación preliminar de lo útil e inútil, y la suma de las experiencias de los resultados obtenidos por las aproximaciones de base empírica pueden coincidir en una metodología crítica.

Esto es un avance considerable y el comienzo de un camino que hasta ahora no se ha seguido.

Precisamente lo que falta a las ciencias sociales en su nivel actual es una crítica de los métodos que hasta ahora se han seguido. Es urgente, cada día más que dispongamos de un balance seguro de qué es metodológicamente aprovechable y de qué no lo es.

Quizá no sea exacto hablar de métodos, sino de procedimientos, y una gran parte de los procedimientos que hasta ahora se utilizan son rigurosamente ineficaces. La metodología crítica que todos esperamos ha de empezar con libros que ofrezcan una visión de conjunto como este, que me honro en presentar, cuyo autor ofrece, por su mucho saber y merecido prestigio, las máximas garantías». (Tomado del prólogo elaborado por Enrique Tierno Galván).

Los métodos de las ciencias sociales han logrado una gran refinación a lo largo de los años y para muchos, quizás no sea necesario volver a leer una de las obras fundamentales en el estudio de las ciencias sociales, como es «Métodos de las ciencias sociales» de Maurice Duverger.

Es probable que para muchos los aspectos técnicos de los métodos de las ciencias sociales descritos en la obra hayan perdido relevancia.

Sin embargo, los aspectos centrales de las discusiones que hasta ahora se mantienen sobre el carácter científico o no de las disciplinas sociales, de sus limitaciones para el diagnóstico, de sus sesgos cognitivos y emocionales, —que pueden confundirse, con contenido ideológico o propagandístico—, de los juicios de valor en su contenido y de la construcción de una metodología y de unas técnicas de investigación que hagan posible, la comprensión de los procesos sociales son aspectos cruciales de esta obra.

Estos temas, junto con el análisis de los juicios de valor inherentes a las disciplinas sociales y la necesidad de construir metodologías sólidas para comprender los procesos sociales, convierten la obra en un recurso crucial para reflexionar sobre estas cuestiones.

Duverger, como muchos de sus contemporáneos, rastrea los orígenes de las ciencias sociales desde la base de sus fundadores en especial de fuente francesa, aunque sin dejar de mencionar una serie de fuentes de información y autores que han contribuido al desarrollo o retroceso de las ciencias sociales.

Duverger, hace un repaso de las diversas ciencias sociales, discute sobre la necesidad de la pluralidad de sus expresiones o de si debe ser una gran ciencia social, perspectiva que desde ya tiene implicancias en los métodos, las técnicas de investigación y en la “jerga” con que se construye el “discurso” de cada una de ellas.

Aunque también sostiene que, en el caso de la ciencia política, estaba en condiciones de tomar prestado los métodos de las otras ciencias sociales, debido a su “juventud” con la perspectiva de desarrollar, en el futuro, de una metodología propia.

Además de analizar, si estas, las ciencias sociales, son todas de base empírica o si algunas tienen base normativa, hecho que pusiera en cuestión su estatus científico, como por ejemplo el derecho, ya que el centro de su estudio es el “debe ser”.

También discute, sobre la objetividad en las ciencias sociales, de sus implicancias cognitivas respecto del objeto observable y el sujeto que los observa.

Pero da un paso adicional y sostiene que las ciencias sociales tienen tres clases de terrenos de estudio: Los hechos materialmente objetivos; los hechos materialmente objetivos y los hechos con carácter de representaciones colectivas; y, los hechos con carácter de representaciones colectivas, por lo que concluye que, en las ciencias sociales con excepción de la demografía y de la economía, se ocupan de las representaciones colectivas que de los hechos materialmente objetivos.

Otro aspecto central de la obra de Duverger se refiere a las palabras en dos contextos. Por un lado, en la construcción de la teoría social como herramienta de análisis e interpretación de los hechos, desprovistos, en mayor o menor medida, de los juicios de valor o los sesgos del cientista social en el análisis de los procesos sociales y en el entramado discursivo que ocurre cuando estos saberes se entrecruzan con las otras ciencias sociales, hecho que, puede entenderse como un babel discursivo.

Por el otro lado, en el uso de las palabras en los diversos niveles del lenguaje, como las definiciones que están en los diccionarios, los contenidos que le dan los hablantes y escritores a las palabras que pueden diferir con los oyentes y lectores.

Documento: Ebook | Editorial: Editorial Ariel | Descargar PDF

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