Tanto en los Estados Unidos como en Europa, la ciencia de la antropología ha empezado a cuestionarse a sí mismo en formas sorprendentes. Durante la mayor parte de este siglo, los antropólogos culturales han estudiado los mitos y rituales de sociedades «primitivas» específicas.
Pero hoy, según el psicólogo clínico Louis A. Sass, una nueva generación de antropólogos ha puesto en duda la capacidad de su profesión para entender a fondo otras culturas. Algunos incluso cuestionan la objetividad de su ciencia preguntándose si en efecto es o no una «ciencia», este es parte del argumento del artículo «Fermento de cambio en la Antropología».
La antropología siempre ha sido un campo interdisciplinario y controvertible; «una licencia de invasión intelectual», como una vez la describiera el antropólogo Clyde Kuckhohn. Pero durante su «periodo clásico» -aproximadamente de los años veinte a los sesenta- ciertas ideas acerca del método y la materia de estudio se dieron casi por sentadas.
Este periodo comenzó con la investigación llevada a cabo durante la Primera Guerra Mundial por Bronislaw Malinowski. Después de la famosa estadía de este en las islas Trobiand en el Pacífico del Sur -el «viaje paradigmático al paradigma de otra parte», como lo llamó Geertz- la formulación de teorías sobre otros pueblos y sociedades desde la comodidad de la butaca dejó de ser algo aceptable. De ahí en adelante, todos los antropólogos en ciernes tendrían que someterse al mismo rito de iniciación que Malinowski: levantar sus tiendas de campaña ente los «nativos durante uno o dos años.
En el campo aprendería a percibir las culturas primitivas como relativamente estáticas y autónomos. Su énfasis en la observación de cera -el intento de ser empíricos- y su deseo de encontrar un sitio inmutable fuera del cambiante mundo occidental- el anhelo de lo sencillo y puro- les impidieron estudiar los cambios que ocurrían dentro de las sociedades primitivas o la interacción de estas con el Occidente.
Más bien, la inclinación científica y las añoranzas románticas de los antropólogos clásico los guiaron hacia el estudio del equilibrio interno de la «cultura» concepto definido por primera vez en su sentido antropológico por el antropólogo inglés del siglo XIX Sir Edward Tylo, como «el todo complejo que comprender el conocimiento, las creencias, el arte, la ética, el derecho, las costumbre y cualquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad». (Pág. 2 y 3)
Tipo de documento: Artículo | Editorial: Revista Facetas