Vamos pastores, vamos, vamos a Belén, a ver en ese niño, la gloria del edén, a ver en ese niño la gloria del edén.
Oh que precioso niño, yo me muero por él, su boquita también, sus ojitos me encantan, el padre lo acaricia, la madre mira en él y los dos extasiados, contemplan aquel ser, contemplan aquel ser.
Es tan lindo el niñito, que nunca podrá ser, que su belleza copie, el lápiz y el pincel; pues el eterno padre, con inmenso poder, hizo que el hijo fuera, inmenso como él, inmenso como él.
Vamos pastores, vamos, vamos a Belén, a ver en ese niño, la gloria del edén, a ver en ese niño la gloria del edén.
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