¿Es posible hablar de la existencia de un proyecto liberal en el Perú? Lo primero que deberíamos precisar en la pregunta es la idea de proyecto.
Si lo entendemos como un proceso consciente de llevar adelante las ideas liberales en el campo de las ideas políticas y económicas, la filosofía y la política en el Perú, la respuesta debería ser negativa, puesto que, lo que se tiene es un conjunto disperso de esfuerzos en alguna medida desarticulados que promueven las ideas liberales en el Perú sin llegar a convertirse en una corriente dominante o con presencia institucionalizada como un partido político.
Por el contrario, si nos referimos a la difusión de las ideas liberales en el Perú, —especialmente su variante política— debemos admitir, que el liberalismo, especialmente el político ha calado en diferente magnitud en las ideas políticas, en la filosofía y en las doctrinas de los principales partidos políticos peruanos.
Las ideas esenciales de las democracias, incluidas la peruana se sustentan básicamente en las ideas liberales (libertad individual, estado de derecho, separación de poderes, etc.)
Así, los diversos grupos políticos están de acuerdo con las ideas del liberalismo político, incluso aquellos que proclaman tener concepciones ideológicas divergentes, pues estas ideas están plasmadas en la Constitución vigente y en la denominada constitución histórica[4].
Por otro lado, en las organizaciones sociales las prácticas democráticas son la base de su accionar institucional. Aunque todo ello se desarrolla en un entorno contradictorio en el cual todavía perviven expresiones de prácticas y cultura autoritaria.
Sin embargo, debemos precisar que las ideas del liberalismo político todavía no han arraigado en la cultura política de los ciudadanos, pues persisten en el proceso, desarrollos dispares en su consolidación. Por ejemplo, el desarrollo de noción de ciudadanía es disparejo entre los peruanos, todavía perviven miradas de súbditos, especialmente en las regiones más pobres del país.
Asimismo, todavía se considera posible la ruptura constitucional en caso de situaciones extremas y miradas patrimonialista todavía se expresan tanto entre la ciudadanía como en los miembros de las burocracias, todos ellos aspectos que contradicen al liberalismo político.
En el caso del liberalismo económico no ha existido, ni existe acuerdo sobre el rol de Estado en la economía. Allí las distancias se evidencian en diferentes momentos históricos en la dicotomía mercantilistas-conservadores y los llamados liberales “puros”. Por ejemplo, hasta la década de los 80 el Estado peruano se había convertido en empresario, propietario en diversos rubros de la economía.
El punto culminante de dicho proceso fue la pretensión de estatizar la banca por parte del gobierno de Alan García. Ese momento fue una situación de ruptura, pues permitió la irrupción de Mario Vargas Llosa como abanderado de las ideas liberales.
Ese proceso sirvió para diseminar las ideas de la economía de mercado, pero no para arraigarse como una propuesta política y económica de mediano o largo alcance.
Con el modelo económico “neoliberal”, en 1990 se produjo el ajuste económico que redujo el papel del Estado como empresario, se arreglaron las cuentas fiscales, creándose candados institucionales para garantizar el equilibrio fiscal y se empezó a construirse un Estado que fuera “regulador” de la economía al crearse una serie de instituciones encargadas de ajustar los desajustes del “mercado”.
Para muchos, estos ajustes son parte de un proceso mundial en que el neoliberalismo económico “impone” a los países para que arreglen sus economías y puedan solventar sus deudas externas.
Para los menos, lo liberales ideológicos, estos ajustes no son evidencia de un pensamiento liberal, pues perviven en el ámbito económico, privilegios otorgados a ciertos sectores productivos a través de diversos mecanismos de política económica, por lo cual los califican como antaño, como mercantilistas pues, para “sobrevivir” se sostienen de los privilegios que les otorga el Estado.
Asimismo, sostienen que cuando el Estado quiere definir a qué rama de la producción darle impulso en detrimento de las otras, el Estado está interviniendo en la asignación de recursos, quitándoles dicha función al mercado, por lo que afirman, que el “modelo económico” no es neoliberal.
En resumen, desde el punto de vista económico, sólo existe un relativo consenso respecto ciertas medidas propias de una economía de mercado, que vistas desde la perspectiva de las políticas económicas implementadas en los años 85 – 90, pueden ser consideradas como neoliberales; pero vistas desde la perspectiva de los neoliberales, estas medidas son insuficientes, ya que el Estado da privilegios a ciertos sectores y porque no se ha forjado una institucionalidad que las haya solidificado y menos, porque no se han llevado adelante las reformas institucionales en el ámbito político.
En conclusión, en el Perú iniciativas para promover las ideas libertarias han existido en diferentes momentos de la historia del Perú, muchas de dichas iniciativas estuvieron vinculadas a propuestas autoritarias —paradójicamente— pues sus actores constituyeron parte de gobiernos dictatoriales.
Asimismo, los actores, en diversas circunstancias históricas, fracasaron en el esfuerzo de constituir organizaciones políticas que defendiera las ideas liberales. Más ideas del liberalismo político que el liberalismo económico han arraigado en nuestro país, sin llegar a constituirse en un proyecto liberal en el Perú.