«Cuando la empresa cobró auge en los Estados Unidos de América después de la Segunda Guerra Mundial, muchos economistas y politólogos vieron a las grandes empresas como los actores principales en la estructura de poder de la nación.
Para el economista John Kenneth Galbraith, la influencia de que gozaba un «capitán de industria» era corolario directo del tamaño de la compañía. En American Capitalism, de 1956, escribió: «El tamaño determina la responsabilidad final de las decisiones que afectan al mayor número de empleados, de los precios que afectan al mayor número de consumidores, de las políticas de inversión que obran el mayor cambio en el ingreso, la subsistencia o la geografía de la comunidad.
¿Es aún sostenible esta visión de la empresa poderosa? ¿Participan las empresas desmedidamente del poder económico y político?
David Vogel no cree que los líderes empresariales disfruten de la «posición de privilegio» con acceso superior a los funcionarios públicos. También señala que las empresas, aun siendo organizaciones jerárquicas, son responsables ante otros, principalmente consumidores y accionistas. No vacila en ubicar a las empresas en la tradición del pluralismo norteamericano. Compiten en el mercado político con otros grupos de interés por políticas gubernamentales favorables». (Pág. 1)
Tipo de documento: Artículo | Editorial: Revista Facetas