Ni siquiera se ha terminado de contar los votos de la segunda vuelta y ya tenemos como “efecto negativo” la caída de la bolsa de valores y un concierto de “personalidades” que exigen al presidente electo de las señales al “mercado” sobre quienes serán los miembros del equipo económico. Las interpretaciones a esta situación son variadas, cada cual incidiendo en un aspecto de la problemática.
Lo cierto es que esa movida bursátil es producto de la especulación y de la presión de los agentes económicos locales sobre las posibles acciones del nuevo gobierno. Si vemos los números de la economía peruana que ha publicado el Ministerio de Economía y Finanzas, podemos constatar que las perspectivas de continuar con el crecimiento económico son muy alentadoras, aunque es cierto, existen riesgos externos que deberán ser abordados por el gobierno que ingrese el 28 de julio próximo.
Confrontación
Sin embargo, veamos más allá. Parece estar inaugurándose una relación de confrontación entre el próximo gobernante y el empresariado, partiendo de la premisa siguiente: “El gobierno no da confianza” hay que actuar antes de que sucedan las cosas. ¿Es la misma actitud frente al actual gobierno? ¿Sería la misma actitud si hubiera ganado Keiko Fujimori? La respuesta —según creo— es negativa. ¿Es prudente esa reacción? La prudencia es moneda escasa entre nuestros empresarios. Ellos están asustados por el futuro cercano de sus negocios.
A periodicazos
Lo que estamos viendo es cómo los grupos empresariales, en la defensa de sus intereses empiezan a generar una sensación de inestabilidad con el propósito de limitar el accionar del próximo gobierno en materia económica. Para ello, la prensa escrita en particular se encarga de propiciar una sensación de zozobra. A punta de titulares generan presión y crean escenarios para lograr sus objetivos.
Teñido de rojo
Y claro, Humala no podrá contentar a todos. Las demandas y expectativas sociales son fuertes, él prometió cambios, pero a su vez no “debería” tocar la economía que está en pleno crecimiento. ¿Son contrapuestos los temas?
En el frente externo la cosa se complica. Hugo Chávez y Evo Morales han dicho que Humala es de los suyos, no sólo han saludado el triunfo electoral, Morales fue más explícito, Sudamérica está de rojo. Mientras que Humala afirma que Estados Unidos es un aliado importante para el Perú. ¿Tendrá el presidente electo el papel de bisagra en el escenario internacional?
Consenso político y social
Esa reacción empresarial tiene efectos económicos y políticos. Imaginemos un escenario de confrontación y la sucesión de una escalada entre el gobierno entrante y los gremios empresariales por un lado y las demandas sociales por el otro. No sólo sería la caída de la bolsa, también la especulación, la escasez y la paralización de las inversiones nacionales y extranjeras. Los peruanos y el Perú no nos merecemos eso.
Las fuerzas políticas deben tomar posición
Por ello es impostergable, tal como lo sugerí que las fuerzas políticas marquen su posición en relación al gobierno, no con apoyos a título individual o acuerdos en el camino tema por tema, sino sobre las políticas públicas en general y el rol o esquema de prioridades en cada sector para que todos los agentes tengan claro por dónde vienen las reformas y hacia dónde estamos enrumbando. (Ver nota)
La agenda del gobierno
Las demandas sociales no pasan por grandes revoluciones, ni expropiaciones. Estas son menos ideológicas y a su vez más realistas. En el tema laboral arrastramos desde la década de los 90 una flexibilización laboral que ha sido absolutamente desnaturalizada por el gobierno y las empresas. Un caso concreto, es la regulación del despido arbitrario por parte del Tribunal Constitucional y la exigencia desde el año 2005 para que el Congreso adecue la norma, 6 años después no se ha normado, más bien se han creado regímenes que recortan más derechos laborales.
Tenemos servicios públicos que son absolutamente deplorables pues la demanda es mayor a la oferta. Esa debe ser una prioridad del próximo gobierno. Aquí el rol de los gobiernos subnacionales es vital. Basta observar la investigación “Cultura política de la democracia en el Perú, 2010, para darnos cuenta el peso que tiene la percepción de la prestación de los servicios públicos por los ciudadanos para canalizar su apoyo al sistema y al gobierno.
Programas sociales que hacen agua por todos lados, sólo para mencionar un caso, el programa del vaso de leche llega a tener una fuga del 70%. El trabajo en ese aspecto es arduo y requiere un acuerdo político amplio para que el Estado sea capaz de romper con una serie de cadenas y prácticas que bloquean las reformas planteadas.
En lo económico, hay que preservar lo mejor del sistema para generar más crecimiento económico y convertirlo en desarrollo. Un factor central es el papel del Estado en la economía, no como un agente – empresario, sino como regulador. Los contratos ley muchos vencen en este y los próximos años. ¿Hay que mantenerlos o no?, ¿Cómo se aplicará el impuesto a las sobre-ganancias mineras? y ¿Cómo se corregirán en caso de la caída de los precios? ¿Cómo se ampliará la base tributaria? ¿Cómo se reducirá la informalidad? Son respuestas que deben ser encaradas.
El Perú de hoy es distinto de hace 10 años. Si todo sigue igual en el campo económico la pobreza y la pobreza extrema se reducirá por la misma dinámica de la economía. La clave está en implementar políticas públicas que identifiquen y focalicen a los sectores más desprotegidos, para acelerar el proceso y reducir la brecha social.