Por Carlos Fernando Castañeda Castro
Dada la situación de indecisión congresal frente a la cuestión de confianza planteada por el gabinete Cornejo, se presenta la oportunidad el próximo lunes 17 de marzo, para que, hasta los entonces, aliados (tácitos) del gobierno de Gana Perú decidan si le dan o no el voto de confianza solicitado.
Para que el gabinete alcance los votos favorables tienen que contar primero con su bancada, en total suman 43 congresistas, pero sólo debemos contar con 42, puesto que el presidente del Congreso, puede hacer constar su voto, pero no se contabiliza, salvo que haya empate.
Así las cosas, considerando sólo a los congresistas hábiles que asistan a la sesión, se pueden necesitar entre 61 a 66 votos a favor. El rango tomado está entre los congresistas presentes en la última votación del viernes (121) y el total de los congresistas hábiles posibles (130).
Observando cómo se han comportado las bancadas en los casos de los gabinetes anteriores, Lerner, Valdés, Jiménez y Villanueva, podemos constatar que el partido garante Perú Posible, debería ratificarse en votar por el gabinete Cornejo. 10 votos más, incluido el de la congresista y ministra. Sumamos 52 votos entre ambas bancadas, faltan entre 9 y 14 votos.
Los votos que faltan pueden salir de Solidaridad Nacional (7) y de Acción Popular – Frente Amplio (10) quienes han entregado 9 de los 10 votos posible en las ocasiones anteriores. Con esos votos, ya se tiene la mayoría suficiente para otorgar la confianza al gabinete (68). Claro, pero seguramente, el gobierno no se confiará y buscará algunos votos más en Unión Parlamentaria en dónde ex – nacionalistas han votado siempre a favor de la confianza de los gabinetes anteriores.
Vistas, así las cosas, la pregunta es si ¿Serán las exigencias que estos grupos han planteado al gobierno las que realmente los ha motivado a abstenerse? por lo que esperarán del gobierno alguna «señal» de enmienda o es que sólo han llegado a esta situación para reequilibrar sus propias fuerzas frente al gobierno, que al parece había olvidado que es la primera minoría en el Congreso.
Si el gobierno no hace enmienda alguna a los cuestionamientos públicos, entonces podríamos entender que ese «reequilibrio» sólo ha servido para el intercambio de «valores» entre las partes involucradas.
Las objeciones planteadas por el fujimorismo o por el aprismo, teniendo sustento, no requerirían por parte del gobierno de una enmienda en el escenario de la votación de investidura, pues ambas bancadas siempre han votado en contra en los casos de los anteriores gabinetes del gobierno nacionalista.
En términos de procedimiento, qué pasa si nada de esto sucede y en el Congreso se repiten sucesivas votaciones y en todas ellas la abstención es mayor a los votos a favor y en contra.
Delgado Güembés sostiene que: «Dado que no existe plazo perentorio para que la confianza se otorgue, aunque sí lo hay para que el gabinete concurra al parlamento a solicitarla, no existe impedimento reglamentario ni constitucional para que la investidura quede sin otorgar. Si bien el ejercicio del gabinete mientras dura la indefinición parlamentaria no es una cuestión deseable ni políticamente saludable, no es menos cierto que dada la naturaleza condicional del tipo de investidura que rige en el Perú, el ejercicio puede continuar bajo la condición resolutoria de que si el parlamento se avoca a la confianza suspendida ésta puede concluir en cuanto el parlamento decida resolverla.
Lo políticamente inconveniente de una situación semejante es el estado de indefinición política sobre el gobierno, considerando que el gabinete en funciones ni tiene la confianza del Congreso, ni puede decirse que no la tenga.» [1]
Como bien se afirma, políticamente no es deseable dicha situación, pero no invalida, ni limita el ejercicio de los cargos ministeriales, puesto que estos siguen en funciones y lo seguirán estando hasta que el Congreso tome una decisión, desde el punto de vista procedimental.
Hay que anotar que hay un plazo para que se presente el gabinete y se vote la cuestión de confianza, pero no existe uno para concluir con la indefinición (abstencionismo) como en el caso actual. La no definición del Congreso, podría extender, en teoría indefinidamente, sin afectar el ejercicio de la función ministerial.
En tal sentido, el gesto del gabinete Cornejo de poner sus cargos a disposición, es sólo eso, un «gesto», al igual que la exhortación presidencial de que el Congreso se defina.
Lo que el gobierno tiene que hacer es reconstruir sus vínculos con sus aliados en el Congreso a través de una nueva relación, puesto que, al parecer algo se rompió en dicha relación para llegar a la situación actual.
Lo que es indudable, es que si bien, procedimentalmente no hay un plazo para definir la confianza, el no hacerlo y el sólo hecho de alargar el proceso, debilita al gabinete y pone al gobierno en general en una situación poco favorable frente a la opinión pública.
En tal sentido, no generemos una presión, allí donde no hay necesidad de presionar, por lo que las partes tienen que le dan sostén al gobierno, tienen que sentarse a dilucidar sus diferencias. Sin confianza no hay estabilidad.
[1] Delgado Güembés, César. Manual del Parlamento. Págs. 415 – 416. Lima, Perú.