En el artículo «para elevar a un pueblo a su realización», el historiador James MacGregor Burns, luego de repasar las principales claves conceptuales sobre El Príncipe de Nicolás Maquiavelo, analiza al líder y al liderazgo democrático.
Burns sostiene con acierto que el líder y el tirano son polos opuestos y que en ambas circunstancias los interlocutores son los seguidores.
Considera que, de dicha relación, un líder puede lograr que los valores, principios y metas comunes sean alcanzadas por que ambos, ya que, líder y seguidores son tratados como personas, y no como objetos al que se utiliza o no, de acuerdo con las circunstancias como lo hacen los tiranos.
Por tal motivo, el liderazgo autoritario además de cosificar u objetivar a las personas, apela a sus intereses más elementales, los moviliza y manipula para alcanzar objetivos aparentemente ciertos.
Por ello alerta que, es responsabilidad de las personas sopesar si la propuesta del líder tiene una meta común para toda la comunidad o sociedad, o sí sólo significa la expresión de un interés más bien subalterno.
En tal sentido, Burns en su artículo «para elevar a un pueblo a su realización» distingue el verdadero liderazgo de la simple detentación del poder. Subraya que los líderes democráticos eficaces deben hacer que otros participen voluntariamente en una empresa común para que gobernantes y gobernados sean mejores ciudadanos. En otras palabras, comprometerlos para alcanzar los objetivos.
Tipo de documento: Artículo | Editorial: Revista Facetas