Jean-Marc Ferry en este capítulo «las transformaciones de la publicidad política» parte del análisis de las dos referencias que la cultura occidental posee respecto de la discusión de los asuntos de gobierno. Por un lado, el espacio público griego y por el otro el espacio público burgués.
El autor sostiene que, en el primer caso, se hace referencia al lugar (plaza pública) en el cual se desarrollaba el debate de los griegos. Mientras que, en el caso burgués, se refiere a la distinción de esferas como los social, político, etc. Y por el otro lado, a la opción o posibilidad de la crítica para racionalizar la dinámica política.
Esto último es entendible, en tanto, la posibilidad de tener un punto de vista diferente, respecto de lo que sucede en el gobierno, es una manera de expresar preferencias sobre cursos de acción, en tanto se mantiene como cierto la igualdad como expresión de ausencia de diferencia entre gobernados y gobernantes, pues ambos son ciudadanos.
El sometimiento a la ley, tanto de gobernados y gobernantes sólo es posible, al reconocerse ambos iguales en tanto ciudadanos.
En tal sentido, el autor sostiene que el espacio público entre los burgueses se configuraba como una entidad que estaba fuera del ámbito político (sociedad política) y que formaba un ámbito no estatal (sociedad civil), basado en el motivo moral de la emancipación.
Mientras que lo público griego se formaba bajo e criterio estético de figuración y bajo una relación de mando obediencia (padre – hijo), donde lo público era potestad del soberano. En común ambos presentan el modelo argumentativo, es decir, el elogio a la razón como manera de construir lo político y la política.
Un primer punto de quiebre de estas visiones lo marca el advenimiento de las democracias masivas, donde al introducirse el número de sus miembros, se trastoca las posibilidades de enmarcar la discusión entre un grupo más o menos importante de personas. Aunque el problema se expresa también en las épocas antiguas, no era, en las dimensiones de las sociedades modernas.
El concepto de opinión pública, en términos doctrinales pasa desde la opinión construida sobre la base del conocimiento y normativo formada por la razón, a un concepto de opinión pública como agregación de opiniones no necesariamente respaldada por el conocimiento y menos vinculada a la cosa pública. “Se designa más bien a la masa segmentada de opiniones particulares en las que se expresan intereses divididos y hasta conflictivos».[1]
Esto pone en tela de juicio la representación política, pues el parlamento ya no expresa de manera fidedigna, pues no se puede dejar el gobierno en manos de un sin número de opiniones desagregadas y polivalentes que ya no se forman sobre la base de la racionalidad, ya la voluntad general se desdibuja, pues como ésta se puede expresar, si son múltiples las voces que quieren encarnarla.
en tal sentido, el espacio público, solo puede ser entendido en tanto, la existencia de los medios de comunicación. El autor lo define como: “Es —en sentido lato— el marco “mediático” gracias al cual el dispositivo institucional y tecnológico propio de las sociedades posinduistriales es capaz de presentar a un “público” los múltiples aspectos de la vida social.” [2]
También redefine a lo público y lo separa del cuerpo electoral con fines analíticos, dice que lo público es todos aquellos que son capaces de percibir y comprender los mensajes difundidos
en el mundo. Además, sostiene, que lo público o el espacio público social no necesariamente se enmarca en lo denominado por sociedad civil. Pues el espacio público social rebasa las barreras de las sociedades civiles que la conforman. A este proceso lo denomina horizontalización.
También identifica un espacio público social con dimensión vertical. Lo entiende en dos sentidos. Primero, como un medio privilegiado para la formación de una identidad colectiva; y segundo, como la posibilidad de acercar y hacer accesible lo que antes podía ser considerado como el ámbito privado de las personas.
En cuanto al espacio público político, el autor sostiene que pueden distinguirse una comunicación política de masas y una de minorías. La primera se define como directa, espontánea, ocasional e informal, y se caracteriza porque sus contenidos no sobrepasan los ámbitos propios de la comunicación interpersonal. No se socializan a través de los medios de comunicación. También en las minorías sucede una transmisión de información política enmarcada dentro de ese ámbito, que no trasciende al gran público.
Notas
[1] Op. Cit. Pág. 17.
[2] Op. Cit pág. 19.