El presente trabajo tiene como principal objetivo analizar la manera en que la ciencia política valida conocimiento. Esta preocupación podría encuadrarse dentro del extenso y antiguo debate sobre el estatus científico de las disciplinas sociales, y así, en parte, deberemos presentarlo. No obstante, creemos que a lo largo del ello se irá delineando una manera diferente de pensar al desarrollo de la ciencia política. ¿Por qué “diferente diferencia será en incorporar recientes debates de la filosofía de la ciencia y orientar nuestro foco hacia cómo pueden transformar nuestra idea de la ciencia política?
Como punto de partida, entonces, cabe la siguiente afirmación respecto a la ciencia empírica: toda ciencia capacidad de producir y/o transformar. La ciencia existe porque hay un mundo que aguarda por nuestra intervención. Pero ¿cómo podemos intervenir?, ¿qué herramientas están a nuestro alcance? O, más aún, ¿es el mundo para que podamos intervenir en él?
Estas preguntas serán respondidas para dar forma a nuestro planteo epistemológico y ontológico del mundo y de las ciencias sociales, en particular la ciencia política. Así, la estructura del trabajo girará alrededor de cinco hipótesis que exploraremos con cierto detalle, para posteriormente observar cómo estas ideas repercuten en la configuración de nuestra intervención en el mundo.
La primera hipótesis es que aquellos problemas políticos más relevantes (vistos ya sea desde la ciudadanía, los medios de comunicación o la dirigencia) no son, repito: no son, una construcción social –al menos no en su sentido no trivial. Analizaremos con cierto detalle las tesis implícitas en la “construcción social” de los fenómenos sociales a partir de la obra de Ian Hacking (2001), para dar cuenta de las características distintivas de nuestro principal objeto de estudio: las políticas públicas.
La segunda hipótesis es que la realidad está estructurada de forma tal que el científico es capaz de conocer los mecanismos que actúan en su composición. Es decir, aquí nos concentraremos en la pregunta sobre cómo debe ser la realidad (social) para que un conocimiento de ella pueda ser viable.
La tercera hipótesis es que las políticas públicas son el mejor ejemplo dentro de la actividad politológica de explicación de las experiencias, los eventos y los mecanismos que estructuran la realidad. Este apartado nos obligará a adentrarnos, en primer lugar, qué es una política pública y, en segundo lugar, cómo se construye y se implementa. Estos son los dos pasos básicos en lo referente al reconocimiento, por parte del planificador/evaluador, de la relación entre teoría, intervención y realidad. Asimismo, este parágrafo buscará encontrar los pasos que R. Bashkar (1977) les asigna a las ciencias sociales.
La cuarta hipótesis también tendrá una relación estrecha entre casos y teoría. Allí defenderemos la idea de que sólo las políticas públicas efectivamente realizadas constituyen un cierre artificial de los sistemas comprendidos en la realidad social (cultural, económico, político, etc.) que permite que sean consideradas como experimentos sociales. Aquí no buscaremos entrar en debates de tipo ético sobre la fundamentación normativa de los experimentos en ciencias sociales.
No nos preocupa, al menos por ahora, saber si es correcto o no que los planificadores realicen este tipo de actividades. En efecto, sólo describiremos acciones específicas (políticas públicas o partes de ellas) que intentarán mostrar en qué sentido podemos hablar de cierre artificial de los sistemas.
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Documento: Artículo | Editorial: Instituto Internacional de Gobernabilidad De Cataluña | Abrir documento