Seymur Martín Lipser, autor de la obra, hace un recuento del papel de la ciencia política y de la interdependencia de ésta con las demás ciencias sociales. El autor de este artículo nos introduce en un breve análisis de dicho argumento.
El autor, en la introducción de este libro que también se titula así, se detiene a remarcar en la interdependencia que se establece crecientemente entre las distintas disciplinas de las ciencias sociales, específicamente entre la Sociología, la economía, la antropología, la psicología y la ciencia política deteniéndose en este último para abordar su desarrollo, naturaleza y función como disciplina autónoma.
Para ello se remonta a sus inicios, desde donde pudo encontrar dos vertientes extremas, la primera que se refiere a la forma de pensamiento sobre el gobierno y lo que esto implica en cuanto a instituciones, lo que ahora vendría a denominarse Políticas Públicas postura que le otorga a la variable política en su fase decisional, una autonomía relevante y sobredimensionada; y por el otro, el denominado «cambio social» para el cual sugeriría otra denominación «Procesos Políticos», que en su fase extrema y desde la perspectiva sociológica establece una especie de determinismo de los factores sociales para explicar los fenómenos políticos; un ejemplo de ello es el Marxismo. Estas dos vertientes explican de cuan arbitraria han podido ser las explicaciones, desde las más perspectivas hasta las más subjetivas y elucubradoras.
Sin embargo, esta situación comienza a revertirse a partir de los siglo XIX y XX donde surgen disciplinas independientes, que se ocupan sobre aspectos distintos de la conducta humana y que yo le llamaría dimensiones de la conducta ya que cada una estructura todo un tipo de organización, variables y dinámica propia que interactúan desde ya cada una con una importancia relativa y arbitraria, dependiendo de facturas extremadamente difíciles de comprender y menos aún de controlar.
El autor se detiene brevemente en cada una de ellas, en la economía, donde difusamente el quehacer del economista «analiza los factores que afectan a la conducta social en el sistema de producción», que a mi juicio a partir de una actividad que no necesariamente puede ser económica o cuanto menos el punto referencial. Ejemplo: en un régimen de esclavitud que produce para la guerra; podría hablarse de economía, punto que merece tratarse extensamente, y le otorga una dimensión social especial.
La Psicología que se centraría en el estudio de los factores bioquímicos y psicológicos que determinan la conducta del hombre. La Antropología que se ocupa de las distintas maneras que ha tenido el hombre de organizar su cultura, el modelo estructural de interrelaciones de una sociedad a otra.
La Sociología que estudia las instituciones, como sistemas estables de expectaciones y de acciones que cubren las distintas necesidades del hombre en sociedad.
Y finalmente la Ciencia Política de la que dice que es la Ciencia Social más antigua y a la vez la más moderna; que en mi perspectiva a diferencia de las otras que se ocupan de fenómenos o dimensiones de la conducta humana de sociedades relativamente complejas especialmente la sociología y la economía, entre quienes se centra el debate; ya que solamente podemos entender en toda su plenitud a una sociedad o desde la perspectiva de la sociología; sino en términos contemporáneos sus variables se trastocan cuando trascienden el tiempo y la naturaleza de las organizaciones, igual la economía cuya vigencia se pueda comprender, básicamente en una forma de producción que es el capitalista; no obstante la existencia de una variable que pueda utilizarse en cualquier tipo de organización siempre y cuando que se haga presente, me refiero al «intercambio», que es lo que en última instancia estructuraría sistemas económicos consistentes y genéricos.
En tanto que la Ciencia Política del cual no explicita ningún objeto de estudio especifico, es justamente la más antigua y a la vez más moderna porque su objeto de estudio en su expresión real es un fenómeno humano; ha estado presente junto con el hombre a través de su evolución, desde grupos humanos reducidos hasta los más complejos a través de sus diversas formas de «dominación», «sometimiento» que en última instancia son expresiones de poder encaminados a establecer alguna forma de orden en una organización, en este sentido se explica la necesidad de explicar esta situación de ahí que las formas conocidas desde Grecia hasta algunos siglos atrás hayan sido particularistas, subjetivos, normativos, historicistas, institucionalistas, filosóficos, ideológicos, etc. Y solo a partir de los primeros decenios del siglo XX es que puede hablarse del surgimiento de una ciencia política consistente con un cuerpo de teoría empírica, si bien es cierto todavía incompleta, pero si rigurosa y en proceso de consolidación con una disciplina sólida.
Para la ciencia política, debido a su tardía consolidación respecto de sus pares, no le ha resultado tan difícil de aceptar la interdependencia con las otras ciencias sociales, esto es visible cuando aborda las diferentes niveles del fenómeno político tanto en su aspecto vertical como horizontal, donde los aportes de las otras ciencias sociales son asimilados de una u otra forma, ahora más aún con el desarrollo de la teoría de los sistemas que incide mucho en el intercambio del sistema sea cual fuere y su ambiente compuesto por otros sistemas que se ocupan de otras dimensiones del comportamiento humano tejiéndose de esta forma grandes redes de interrelaciones que aparecen y desaparecen.
También, el autor menciona que a partir de la inconformidad de un autor (William Mitchel ) con la teoría de los sistemas, la ciencia política tendería a inclinarse hacia la economía como paradigma de ciencia, en cuanto a modelo de investigación debido a que desde esta perspectiva se considera la acción política como implementada y distribuida de beneficios básicamente tangibles; centrándose así de nuevo el punto de investigación de la política en el gobierno, es decir en uno de esos extremos que mencionara al inicio de su introducción y además se fortalece esta idea debido a la semejanza entre el comportamiento del individuo político y del consumidor del mercado; sin tener en cuenta que básicamente se trata de un comportamiento propio de procesos estables que no estipulan procesos en transición o cambio donde el comportamiento difiere considerablemente.
Finalmente el autor considera que en virtud de la improbabilidad de que ningún arreglo institucional, puede compendiar enteramente el orden óptimo ni tampoco representar un orden trascendental de forma adecuada, la tarea del científico político incluye la generalización sobre formas en que las acciones conscientes de los hombres afectan el proceso del cambio social; por ser las decisiones mayoritariamente políticas las que están afectando los resultados; sin embargo replica y nos dice que las hipótesis relativas a los determinantes de la acción deben proceder de las otras ciencias sociales.