Gabriel Almond fue un destacado politólogo estadounidense que realizó importantes contribuciones al estudio de la cultura política. Su enfoque se centró en el análisis de las actitudes y valores políticos de la población de una sociedad determinada y cómo estos influyen en el funcionamiento del sistema político.
Almond sostenía que la cultura política de una sociedad está compuesta por tres elementos: la orientación cognitiva, la orientación afectiva y la orientación evaluativa. La orientación cognitiva se refiere a las creencias y conocimientos que una persona tiene sobre la política y el gobierno, mientras que la orientación afectiva se refiere a las emociones y sentimientos que una persona tiene hacia la política y el gobierno. La orientación evaluativa se refiere a la evaluación que una persona hace del desempeño del gobierno y las instituciones políticas.
Según Almond, la cultura política puede ser clasificada en tres tipos: la cultura política parroquial, la cultura política de súbditos y la cultura política participativa. La cultura política parroquial se caracteriza por una fuerte orientación hacia la comunidad local y una baja participación en la política nacional.
La cultura política de súbditos se caracteriza por una actitud pasiva y sumisa hacia el gobierno y la política. La cultura política participativa, por otro lado, se caracteriza por una alta participación ciudadana en la política y una orientación hacia los asuntos nacionales.
Almond también destacó la importancia de la socialización política en la formación de la cultura política. La socialización política se refiere a los procesos a través de los cuales una persona adquiere valores, actitudes y conocimientos políticos. Almond argumentaba que la socialización política ocurre a través de la familia, la escuela, los medios de comunicación y otras instituciones sociales.
En resumen, la cultura política de Gabriel Almond se enfoca en el estudio de las actitudes y valores políticos de la población de una sociedad determinada y cómo estos influyen en el funcionamiento del sistema político.
La cultura política puede ser clasificada en tres tipos: la cultura política parroquial, la cultura política de súbditos y la cultura política participativa. Además, la socialización política es un proceso fundamental en la formación de la cultura política.
«Reconocemos el hecho de que los antropólogos utilizan el término cultura en muchos sentidos y de que, al introducirlo en el vocabulario conceptual de las ciencias políticas nos hallamos en peligro de introducir sus ambigüedades lo mismo que sus ventajas.
Aquí únicamente podemos subrayar que empleamos el concepto de cultura en uno solo de sus muchos significados: el de orientación psicológica hacia objetos sociales. Cuando hablamos de la cultura política de una sociedad, nos referimos al sistema político que informa los conocimientos, sentimientos y valoraciones de su población.
Las personas son inducidas a dicho sistema, lo mismo que son socializadas hacia roles y sistemas sociales no políticos. Los conflictos de culturas políticas tienen mucho en común con otros conflictos culturales y los procesos políticos de aculturación se entienden mejor si los contemplamos en los términos de las resistencias y tendencias funcionales e incorporativas del cambio cultural en general. (Pág. 30)
La cultura política de una nación consiste en la particular distribución de las pautas de orientación hacia objetos políticos entre los miembros de dicha nación». (Pág. 30)
Por consiguiente, la cultura cívica y el sistema político abierto son los grandes y problemáticos dones del mundo occidental. La tecnología y la ciencia occidentales han dejado de ser patrimonio único de Occidente y, por todas partes, están destruyendo y transformando sociedades y culturas tradicionales.
¿Podrán difundirse con la misma amplitud el sistema político abierto y la cultura cívica, que constituyen el descubrimiento del hombre para tratar, de una manera humana y razonable, el cambio y la participación sociales?
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