En sus reflexiones sobre “¿Hacia dónde va la ciencia política?”, el profesor Sartori señala agudamente algunas de las debilidades actuales de la disciplina: empiricismo y escasa investigación aplicada. Pero, al atacar la ciencia política “estadounidense”, creo que se equivoca de enemigo y que la alternativa que sugiere no nos llevaría a ningún sitio.
«Todos debemos un enorme agradecimiento a los fundadores de la ciencia política, de los cuales Sartori menciona algunos (pero sólo unos cuantos). Sin ellos no estaríamos aquí (es decir, investigando y enseñando, o escribiendo, publicando o leyendo este ensayo). Pero, como todos los fundadores, los de la ciencia política establecieron solamente algunos fundamentos de la disciplina, cuyo propio desarrollo requiere ir mucho más allá. Como dice Sartori, su principal ocupación fue establecer unas cuantas “definiciones” altamente relevan tes para desarrollar el análisis, a lo cual yo añadiría algunas “clasificaciones” (como las del propio Sartori, pongamos por caso, sobre los sistemas de partidos) que desbrozaron inicialmente el camino para empezar a recopilar y ordenar información». (Pág. 356)
«Creo que Sartori falla estrepitosamente en el tiro cuando apunta hacia la ciencia política “estadounidense” como el enemigo por batir. En primer lugar, habría que recordar que, según cálculos bastante ajustados, alrededor de 80 por ciento de los profesores de ciencia política del mundo enseñan e investigan en universidades e instituciones con sede en Estados Unidos (aunque un número relativamente alto de ellos proceda de otras latitudes). Aislarse de ello sólo nos llevaría a producir alguna curiosidad parroquial. Me sumo con entusiasmo, por tanto, a la invitación de Sartori a “acudir, para creer, a las reuniones anuales de la Asociación Americana de Ciencia Política”. Mi experiencia como participante en una docena de ellas durante más de quince años es completamente opuesta a la de Sartori, ya que mientras él dice haber experimentado “un aburrimiento sin paliativos”, yo he encontrado ahí los mejores estímulos intelectuales y la pasión de compartir un proyecto de amplio alcance. Acudan, pues, y decidan a quién creerle». (Pág. 357)
Documento: Ensayo | Editorial: Revista Española de Ciencia Política | Descargar PDF