Pocas veces las noticias internacionales nos dan alegría. Justamente hoy, cuando parecía un día cualquiera, nos enteramos que Ingrid Betancourt ha sido liberada de sus secuestradores, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – FARC, grupo subversivo que desarrolla una guerra irregular en dicho país. Junto a ella, otras once personas han recuperado su libertad luego de casi seis años en cautiverio.
Aun queda en mi memoria la afirmación de un “internacionalista” quien afirmó que la liberación de Betancourt sólo sería posible por un acto de humanidad de la FARC; me puse a pensar, qué acto de humanidad era ese, en la cual, éste grupo subversivo decidía sobre la libertad o no de todas las personas que están o estaban bajo su dominio. La FARC no conoce de actos humanitarios, hay que recordar que tiene manchadas sus manos con sangre inocente.
La movida en Colombia contra la violencia y en especial para promover la liberación de Betancourt, ha dado sus frutos con esta operación del Ejército Colombiano denominado “Jaque”. Este hecho es un duro golpe para los gobiernos cercanos a la FARC, liderados por Hugo Chávez y Rafael Correa quienes indistintamente han solicitado a la comunidad internacional que se le declare grupo beligerante.
La liberación de Betancourt no sólo es una gran felicidad para sus familiares y para ella misma que tendrá la oportunidad de reencontrarse con su hijo, es un triunfo de la dignidad sobre la barbarie, de la democracia sobre la dictadura, en suma un triunfo de la paz.
La FARC seguramente reaccionarán de la manera como saben hacerlo, con violencia y derramarán más sangre inocente, si lo hace, quedará demostrado una vez más su carácter terrorista y aliado del narcotráfico. Por ello, no hay que bajar la guardia, se ha logrado una gran victoria, pero la búsqueda de la paz sigue y en ese emprendimiento hay que apoyar al pueblo colombiano para que derrote definitivamente a los subversivos. Mientras tanto, festejen colombianos que el triunfo está cerca.