¿Funciona aún la separación de poderes?

Uno de los principios básicos de la Constitución de los EUA consiste en su seguridad en cuanto a la distribución de poderes. Como lo explicó James Madison en el ensayo 47 de The Federalist Papers (El Federalista): la acumulación de todos los poderes, legislativos, ejecutivo y judicial, en las mismas manos, sean éstas de uno, de varios o de muchos… puede considerarse justamente la definición exacta de tiranía.

Esta ingeniosa idea de los autores de la Constitución, conocida como separación de poderes, depende del consenso y de la deliberación. Sin embargo, ¿es aplicable este principio a los dilemas de nuestra época, que tan a menudo exigen una acción rápida y decisiva?

En este artículo, el notable politólogo James Q. Wilson examina el movimiento para reformar la Constitución y permitir así al presidente actuar con mayor celeridad y eficiencia.

Como lo demuestra el autor, el término separación de poderes es un tanto engañoso. Los autores no crearon tres ramas autónomas de gobierno, sino tres instituciones distintas que comparten el poder.

Por ejemplo, el presidente negocia tratados con gobiernos extranjeros, pero el Senado debe aprobarlos y la Corte Suprema tiene el derecho de declarar inconstitucionales los decretos presidenciales.

Wilson se opone enérgicamente a la construcción de un sistema tan delicado de controles y equilibrios. Escribe: Existen dos argumentos fundamentales en favor de un sistema constitucional de instituciones separadas que comparten poderes; ayuda a preservar la libertad y disminuye el ritmo del cambio político. Estos argumentos son tan válidos hoy como lo fueron en 1787.

Tipo de documento: Artículo | Editorial: Revista Facetas

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