Los autores, Joseph M. Valles y Agustí Bosch, al plantear en el título la condición del sistema electoral como variable dependiente, hacen notar que ésta es resultado de un proceso histórico. Específicamente ellos enfocan la cuestión desde una visión europea, pero, ello, no es óbice para darnos un marco básico de referencia, acerca de cómo se van constituyendo y readecuando los sistemas electorales como respuesta a influencias más allá del sistema político.
- La clasificación según la lógica política del sistema: Los autores plantean objeciones a los intentos clasificatorios de los sistemas electorales, parecidos a los propuestos por otros autores sobre la misma cuestión. Argumentan que la distinción dicotómica mayoritario—proporcional encubre diferentes aspectos propios de los sistemas electorales, cuando en sentido restringido debería expresarse en términos de fórmulas, es decir, se estaría involucrando por lo menos, la regla (el principio o criterio a fomentar), la formula decisoria (quien gana), el objetivo de la representación (gobernabilidad—representación política.)
También, discuten las propuestas clasificatorias que introducen aspectos adicionales como el tamaño de la circunscripción, la modalidad de voto, la barrera legal. Al respecto, aducen que es complejo introducir una clasificación sobre estos elementos, pues resultan poco operativas para el análisis y la exposición. Y una tercera propuesta, también resulta poco útil —a juicio de las autoras— pues los sistemas proporcionales, resultan muchas veces en mayor o menor medida desproporcionales en sus resultados, en detrimento al principio que sustentan. Y que, sobre esa base argumental, se ha querido clasificar a los sistemas electorales sobre el eje mayoritario — proporcional considerando la mayor o menor disparidad entre votos y escaños.
Por tal razón, ensayan una propuesta clasificatoria, que denominan “La lógica del objetivo pretendido” los criterios de clasificación son —a juicio de los autores— la orientación hacia la representación—mandato y la representación—muestra representativa. Los supuestos de esta propuesta son:
- La principal misión de las elecciones es confiar a un mandatario la representación;
- Reflejar la variedad de opiniones de la sociedad en el parlamento, configurando una muestra reducida de la misma.
Sostienen los autores que esta clasificación facilita la descripción de la evolución histórica de los sistemas electorales que ellos hacen, por lo que afirma que la lógica del mandato está presente en los sistemas mayoritarios, a la sazón más antiguos, por ejemplo, en Reino Unido; y la lógica de la muestra o la representatividad expresada en los países de Europa occidental.
- Las etapas de desarrollo de los sistemas electorales en Europa: tres son los factores que influencian las transformaciones de los sistemas electorales en Europa. Las condiciones socioeconómicas: la evolución de las ideas políticas y las estrategias de los grupos dirigentes. Estos factores permiten distinguir dos etapas en su evolución que denominan el monopolio político y electoral de los grupos sociales dominantes y la ampliación gradual del derecho del voto hasta la configuración del sufragio universal, la masificación de la política y la presencia vital de los partidos políticos contemporáneos.
Los cambios paulatinos ocurridos a partir de finales del Siglo XVIII expresan básicamente el incremento de la demanda de participación política de las personas, luego que, la burguesía había conseguido derrocar el statu quo, argumentando y expresando como valores la libertad, la participación o coparticipación en el ejercicio del gobierno, en algunos casos la representación individual o la representación estamental. Por ejemplo, citemos algunas de las peticiones que se le hacían al Rey en la Francia pre—revolucionaria:
- Que los representantes del Tercer estado no sean escogidos sino entre; los ciudadanos que verdaderamente pertenezcan al Tercero;
- Que sus diputados sean en número igual, a los de los dos órdenes privilegiados;
- Que los Estados generales voten no por órdenes, sino por cabezas.[1]
Como puede comprenderse, lo que se exigía era básicamente la representación política en los órganos de gobierno y representación ante éstos por sus iguales; la igualdad de representaciones (criterio numérico) entre los distintos estamentos en los diputados; y, que la votación sea por persona y no estamentalmente.
De ello, se coligen temas que tienen que ver precisamente con la representación política, con la exigencia de configurar un sistema de elección bajo los criterios señalados y principalmente, participar del gobierno. Y ¿Por qué participar del gobierno?
Porque ellos, sustentan el gobierno y los privilegios” a través de sus impuestos, que los nobles no pagan, pero disfrutan. Y justamente la diferencia sustancial que existe entre las “libertades” medievales, fundadas en el sistema jurídico del privilegio e idéntica a “fueros” o “prerrogativas’ y la moderna “libertad” política, igualitaria por esencia, está basada en la radical dignidad de la humana condición. [2]
Quiere decir, entonces, que, inicialmente la burguesía había iniciado el proceso muchos antes, reclamando para sí, sobre la base de enunciados generales, la participación en el ejercicio del poder. Pero, aquella demanda giraba en torno a qué o quienes se consideraban el “pueblo” y de éstos quienes deberían tener la representación.
Esto es vital para comprender, que, en ese contexto, sólo los varones, letrados, propietarios y contribuyentes de impuestos aspiraban tener representación política. Lo que sucedió, luego, es que bajo los mismos argumentos y no sin luchas de por medio, esos mismos derechos fueron reclamados por los grupos sociales y las exclusiones al derecho del voto fueron paulatinamente reduciéndose, bajo dos argumentos.
Primero, para participar en política había que votar, y para aprender esta práctica política, había que dejar que votaran. Segundo, la exigencia de derechos fue concatenada a que cada vez más personas pagaban impuestos y por lo tanto, era una condición que posibilitaba el derecho de votar.
Luego, y lo más complicado fue ampliar ese derecho a las mujeres. La primera cuestión tiene que ver con la cultura. Occidente asumía que la mujer era un objeto, y no un ser humano completo. Segundo, la mujer estaba fuera del mercado. Cuando la mujer entra paulatinamente al mercado laboral y se va desprejuiciando las sociedades respecto de su rol, entonces surge la reclamación del derecho de participación política.
Argumentan, los autores que el paso de esquemas mayoritarios a proporcionales tiene que ver con el tema de representación—muestra y que la I y II Guerra mundiales marcan cambios profundos en el alcance de la participación política, en su sentido inclusivo, y, además, en la transformación de los sistemas electorales. Pero la gran transformación es que las masas ingresan definitivamente a ocupar un espacio en la política, y con ello, cambian los criterios y las prácticas políticas, ya que éstas intentan expresar los matices observables en función a la diversidad de roles que desempeñan y que hacen configurar a los grupos sociales.
Apuntan los autores, que la representación entra en crisis a partir de los años 70 con las teorías participativas y la irrupción de los medios de comunicación. Crisis sobre el tema de la representación ha habido en varias ocasiones. Por ejemplo, con la aparición de los partidos y la perspectiva socialistas al sostener el tema de la democracia formal.
En otras realidades, con la explicación de que los partidos son oligárquicos por naturaleza, Y con el ataque furibundo del fascismo, el nazismo y las variantes del marxismo en un primer momento y por el otro, luego de la II Guerra con la configuración de un mundo bipolar. Quizás, los autores deberían sostener que, a los problemas brevemente descritos, se adicionan los que ellos proponen.
Referencias
[1] Ver: SIEYES, EMMANUEL Qué es el tercer estado. https://www.politikaperu.org/que-es-el-tercer-estado.htm
[2] Ibid.