El problema del objeto de estudio en la ciencia política

En nuestro opinión, el problema principal es la diversidad de orientaciones teóricas que existen dentro de ella, esto crea la confusión y la idea que casi hablamos de disciplinas diferentes que tratan sobre la política, pues cada enfoque o corriente metodológica maneja un lenguaje diferente, utilizan métodos y técnicas distintas y hasta conciben un objeto acorde con la visión del enfoque, esta diferencia queda explicada parcialmente en el artículo G. Almond[2] cuando señalaba que en la década de los 80 persistía este problema, pero se queda corto en la comprensión del mismo pues solo aborda dos características de la problemática: el ideológico (derecha /izquierda) y el metodológico (duro/blando) sin tomar en cuenta precisamente al objeto.

Este problema de la diversidad de enfoques es una situación que ya sea en los primeros años del siglo XX o actualmente en pleno siglo XXI, sea en los EE.UU. o en cualquier otra parte del mundo no ha tenido solución, a lo sumo se ha conseguido ir cambiando de enfoques de acuerdo a algunas tendencias de moda en las ciencias, es cierto que esa debilidad en nuestra disciplina puede también ser vista como una fortaleza, en todo caso se trata de un tema que abordaremos en otro momento, ahora quisiera regresar al argumento del tema en cuestión.

Empezamos por un tema que pareciera diferente al que pretendo desarrollar, porque precisamente a raíz de la diversidad de corrientes que existen dentro de nuestra disciplina no logramos llegar a un consenso sobre el objeto de estudio porque dependerá de cual sea la perspectiva, cuál sea el enfoque que utilicemos para afirmar que uno u otro es el objeto de la ciencia política.

Eso claro, no es una excusa, para decir que cada quien puede tener el objeto que le parece, una situación de este tipo nos conduciría a la anarquía y con seguridad a perder todo lo logrado hasta ahora como disciplina científica, por tanto, me esforzaré para que no quede entre ustedes la impresión errónea de que hablar sobre el objeto es intrascendente, por el contrario, ello nos permite definir la naturaleza de la disciplina, tener una identidad.

Otro factor a tener en cuenta para entender el problema del objeto, es la misma idea de ciencia que manejan los politólogos, que en muchos casos explica la orientación metodológica y teórica del científico de la política, la forma cómo define y entiende a la ciencia es fundamental, si opta por una idea en sentido amplio (solo como un conjunto de conocimientos ordenados de forma lógica) o en sentido restringido (como el resultado de la verificación empírica de sus proposiciones) o se ubica en algún matiz dentro de ese espectro.

David Easton [3] ya en los ‘50 hacia una revisión de estas orientaciones en el desarrollo de la ciencia política de los Estados Unidos que cubría casi setenta años de historia de la disciplina, este factor permite entender lo riguroso que puede ser el politólogo al momento de elegir un objeto de estudio o en su defecto explicar precisamente esta ausencia de rigurosidad; no resulta lo mismo obligarse a tener un referente empírico directo como objeto de estudio que utilizar un concepto abstracto al al cual se le da el valor de esencia de lo político.[4]

Por otro lado, no ha sido mucho el interés que han puesto los politólogos en abordar profundamente la cuestión del objeto, claro, en realidad se trata de un problema epistemológico, pero aquí uno podría preguntarse entonces, ¿cómo lograr el desarrollo de una ciencia sin poner atención a un elemento tan importante como el objeto de estudio?

Son pocos los politólogos que han intentado explicar seriamente la cuestión, recientemente Fernando Harto de Vera[5] aunque le dedica pocas páginas, Gianfranco Pasquino[6], ha intentado hacerlo a través de una explicación histórica del objeto de estudio, Vernon Van Dyke abordó el tema en un evento realizado en Filadelfia en 1966 y que fuera recogido por James Charleswoth con el título de “Un plan para la ciencia política”[7], aunque en el, Van Dyke solo expone los que a su criterio considera los objetos más utilizados por los politólogos norteamericanos, luego tenemos el trabajo de Juan Ferrando Badía[8], donde plantea la cuestión como un conjunto de teorías que niegas el objeto de estudio, en realidad un trabajo descriptivo de poca rigurosidad, tenemos también el trabajo de Klaus Von Beyme[9], donde a partir de fundamentos epistemológicos revisa las bases teóricas de la disciplina y sus posibles objetos de estudio, un trabajo bastante profundo en su análisis, y los trabajos de Sartori[10] y Bobbio[11], en el primero se trata de una explicación sobre la política a partir de la evolución que esta ha tenido como actividad en occidente, para a través de una argumentación poco consistente señalar el objeto de la disciplina, este artículo fue recogido luego en dos de sus publicaciones “La política: lógica y método de las ciencia sociales” y “Elementos de la teoría política”, en el caso de Bobbio se trata de la definición que hace de ciencia política en su diccionario de política, aquí, expone lo que considera ha sido la evolución del objeto para los estudios de política.

Un segundo grupo de trabajos se caracterizarían por sus limitaciones argumentativas al no haber desarrollado la cuestión sino de forma elemental como en el debate si el poder o el Estado es el objeto de estudio, reproducido en trabajos como los de George Burdeau[12], Jean Meynaud[13], Maurice Duverger[14], Mario Justo López[15], Eduardo Andrade Sánchez[16] para mencionar solo a los más representativos, debate que se da en la década de los cuarenta hasta los setenta pero que algunos aún siguen repitiendo, estos politólogos por otro lado dedicaban por lo menos un capítulo de sus obras al problemas del objeto aun cuando no profundizaban adecuadamente en él.

Un tercer grupo de politólogos serían aquellos que casi de pasada señalan el objeto de la disciplina, sin detenerse a reflexionar sobre él, como si no existiese el problema o no quisieran evidenciarlo, en ellos hay dos tendencias, aquellos que por lo menos se detienen a definir a priori a la disciplina, como el caso de Harold Laswell[17], quien define “el estudio de la política como el estudio de la influencia y de los influyentes. La ciencia política expone circunstancias; la filosofía justifica preferencias, este libro no proclama preferencias, expone circunstancias” y Wolfang Abendroth[18] que define a la ciencia política como una ciencia crítico práctica que estudia el poder socio político, o Robert Dahl[19], quien también define a priori a la disciplina.

Y aquellos que la definen a través de una lista-tipo es decir enumeran solo una relación de temas que abordaría la disciplina, es cierto que ese fue la posición a la que llegaron los politólogos que se reunieron en París en 1948 a pedido de la UNESCO y que aparece así en el documento oficial publicado por la misma organización en 1950 como “Ciencia política contemporánea”, pero esa solución resulta ser la menos adecuada, pues agrupa temas que dan la impresión de no tener mucho en común, salvo quizás el adjetivo de política pero no nos ayuda a entender la naturaleza de la disciplina, razón suficiente para rechazarla.

Finalmente, un cuarto grupo de estudiosos de la política y politólogos está conformado por aquellos que ni siquiera se toman la molestia de señalar el objeto de la disciplina dando por hecho algún objeto implícito, la política, el poder o el estado probablemente, son los que intentan desarrollar algunas temáticas en base a compilaciones pero que no han reflexionado lo suficiente sobre el carácter epistemológico de la ciencia política, son los que a menudo tienen una visión muy vaga de ciencia y que acogen casi cualquier cosa dentro de esa categoría.

Como vemos, no existe una homogeneidad en el tratamiento de este problema, y se requiere con urgencia darle un tratamiento adecuado, que permita consolidar los logros alcanzados y mantener un desarrollo armónico al interior de nuestra disciplina.

Empecemos entonces por entender de forma mucho más general que significa el objeto, aquí encontramos dos ideas diferentes, por un lado el objeto puede significar el término o fin de algo, en este sentido se está asumiendo objeto como sinónimo de objetivo y es muy usual encontrar que hay algunos especialistas que confunden entonces la materia de estudio con la finalidad o propósito de la disciplina, es cierto que la ciencia política tiene una finalidad, aunque aquí tampoco existe un consenso, pero no abordaremos ese tema, que si ha sido desarrollado por tratadistas como Morguentau, Hermann Heller, Sartori o Joseph Colomer, el segundo sentido que tiene el objeto, ya lo indicábamos, es: como la materia de estudio que aborda una disciplina, es decir, un ámbito restringido de la realidad en el que se a especializado una ciencia, e intenta explicarlo a través de un conjunto de teorías y conceptos que le son propios.

Pero entonces encontramos otra dificultad, ¿qué hay de aquello que la realidad es única e indivisible?, concepción sostenida frecuentemente por los sociólogos y los críticos de las ciencias sociales, aunque claro desde posiciones diferentes, para los sociólogos como la realidad social es una sola la explicación solo puede tener un carácter holístico, es decir, total, completo, no se podría comprender dicha realidad si solo se la aborda desde una de sus aspectos, el político por ejemplo, ese es uno de las cosas que nos diferencian precisamente de ellos, nosotros creemos que si es posible una explicación de solo una parte de la realidad social, en nuestro caso la política, dos razones sustentan ello: en primer lugar la tendencia natural a la especialización, es más sencillo conocer una campo limitado de conocimiento que conocer el todo y en segundo lugar resulta más adecuado para los recursos con los que suelen trabajar los investigadores, que siempre son escasos aun cuando este respaldado por gobiernos o importantes fundaciones.

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