En primer lugar, podemos decir que el positivismo peruano no fue aplicado e interpretado estrictamente a lo opuesto por Marie Auguste Francois Xavier Comte.
Auguste Comte estudió física y matemáticas en la Escuela Politécnica de París y desde ahí vemos su tendencia o acercamiento a lo estrictamente comprobable.
En su «Curso de filosofía positiva» expone el positivismo, su sistema filosófico, y su teoría crítica de la religión y los valores espirituales y formula el valor del progreso como meta para la felicidad de la humanidad.
Afirma que la evolución de la sociedad se produce en tres etapas: la Teología, superada por la metafísica; y el positivo, que suplantará a este último. Propone una religión laica en la que se rinda culto al progreso.
En segundo lugar, diremos que la influencia mayor vino de Herbert Spencer, él estudia física y se especializa en biología y psicología. Se anticipa a Charles Darwin porque considera que la vida es el producto del proceso de adaptación de las condiciones internas a las externas, que se cumple en el proceso de selección natural donde sobrevive el más fuerte en la lucha por la vida. Ahora, ya que hemos visto a estos dos autores, veremos su relación con los autores y pensadores peruanos.
Observamos en ellos que se habla de evolucionismo y no de progreso o evolucionismo en el sentido que habla Comte. «Por lo demás, está probado que en el ambiente médico limeño se sabía del evolucionismo…» (Sobrevilla. «Las ideas», cap. II, pág. 122).
En el Perú muchos autores escribían sobre la estética y todo lo relacionado a ella, lo cual no es un tema estrictamente positivista Comtano. Entre esos autores tenemos a Jorge Polar, Alejandro Maguiña, Clemente Palma.
La metafísica no fue superada en otros, como en Carlos Lisson, por ejemplo, ya que «remite todos los hechos históricos a la explicación finalista, según un principio de la eternidad de la vida» (A. Salazar Bondy. Historia de las ideas, pág. 112). Y también lo podemos comprobar en Joaquín Capelo quien dice «la metafísica y la ciencia son, pues complementarias» (Sobrevilla. «Las ideas», cap.II, pág. 136).
Influencia de Spencer lo vemos en Mariano H. Cornejo, quien en sus escritos habla de «solidaridad» y «adaptación». Así tenemos: «El hecho fundamental de la sociedad es la solidaridad que es consecuencia del progreso objetivo de adaptación y del subjetivo de la conciencia de la especie» (Sobrevilla. «Las ideas», cap.II, pág. 140).
Pero podemos ver positivismo Comteano, como en Manuel Vicente Villarán, un acta que extraeremos de Sobrevilla, en su libro «Las ideas»: «Por ello mismo, la conciencia moral debe ser reducida a términos fácticos, y los imperativos y finalidades de la acción humana deben ser fijados sobre la base de nuestras necesidades. No existe un bien libre, sobrehumano y absoluto; bien es lo que amamos y mal lo que nos repele»
«ingresan también dentro del positivismo una serie de doctrinas que se relacionan, a veces lejanamente, con la filosofía de Comte… Tales son las doctrinas de Juan Stuart Mill, Herbert Spencer…», «El positivismo designa, en primer lugar, el cuerpo de doctrinas expuestas por el filósofo francés Augusto Comte». (Enciclopedia BARSA, Tomo XII, pág. 258).
Como observaremos en estas citas, es el positivismo de Comte el positivismo puro, y el de Spencer y otros pensadores no estricto y heterogéneo. Y al leer a los autores peruanos se percibe que el positivismo de Comte no fue el adoptado mayoritariamente por los peruanos, sino el de Spencer y otros, cercanos al positivismo.
En el Perú, el positivismo fue adoptado de manera apresurada, debido a que urgía cambiar el pensamiento colonial en el Perú, darle una propia identidad (como se ve en los historiadores positivistas), y también dar un desarrollo acelerado, progresivo y firme que tenga como primer objetivo desterrar la influencia excesiva de la Iglesia y la Religión en las universidades y disciplinas intelectuales en el Perú, y así reconstruir un país destruido físicamente (la Guerra del Pacífico) e intelectualmente (filosofía mal hecha e interpretaciones erróneas y la existencia de una ciencia con raíz escolástica).
Finalmente podemos decir que el positivismo tampoco vino y se erigió como un movimiento indestructible y homogéneo. Como toda corriente intelectual, filosófica, política, científica o cualquier otra área del pensamiento, ésta tuvo en el Perú deformaciones y malas interpretaciones, ya que, en primer lugar, los modelos traídos y sobre todo los adaptados no fueron precisamente los originales, y en segundo lugar todo pensamiento que no es propio casi siempre no arraiga y permanece por siempre, o al menos en forma duradera, en el alma y pensamiento de la sociedad que la pretende tomar como suya.
Una pequeña defensa indirecta al positivismo peruano:
Además, aplicar el positivismo puro, atenerse estrictamente a lo comprobable, lo real, es tan difícil como el poder negar la existencia del lado sensible del hombre, el que busca la esencia. Sin este aspecto humano, Freud y Einstein no hubieran desarrollado sus teorías, tan lejos de lo real y cotidiano, de lo que podían comprobar muchos, entendido por pocos. Esencia y materia, alimento del hombre.