Por Carlos Fernando Castañeda Castro
Adam Smith es el iniciador de una doctrina de mucha influencia a nivel político, cultural y social. El liberalismo como cualquier conjunto teórico o doctrinario tiene grandes antecedentes históricos y elementos conceptuales configurados con anterioridad.
Todas las especulaciones liberales, tanto de los precursores (Hobbes, Locke, Rousseau, Bentham) tienen algo en común, la visión del ser humano a partir de una de sus facetas.
Adam Smith elaboró su teoría sobre la base de la influencia de los precursores del liberalismo, especialmente de David Hume y su obra “Tratado sobre la Moral”.
Esta obra sirvió de inspiración para Smith, motivándolo a escribir «ensayos sobre los sentimientos morales, donde reproduce casi literalmente las opiniones y conceptos básicos de Hume.
Para Smith lo importante es el individuo, pero en una de sus facetas, la de hombre económico – homo economicus, incluso en sus otras dimensiones, políticas y sociales, en tal sentido, el punto central es el individualismo.
El individualismo concibe al individuo como el agente primario del acontecer social y de todas las formas de manifestación social, por lo que, se deben estructurar las instituciones de modo tal que se protejan la «libertad» o iniciativa del individuo.
¿Qué significa el individuo para el pensamiento liberal? El individuo del cual nos referimos es el HOMUS ECONOMICUS, que tiene la característica de ser egoísta e irracional, por ello, para conocer el conflicto, tenemos que estudiar al individuo y a su naturaleza problemática.
El hombre económico es básicamente egoísta y prima en él su interés personal. Smith usa de Thomas Hobbes su “estado de naturaleza” para demostrar que el ser humano en este estado es irracional, ya que es dominado por las pasiones.
Cuando Smith vuelve al estado de naturaleza, lo hace a pesar suyo, para señalar que imaginamos al hombre en condiciones naturales y padeciendo de innumerables dificultades y consciente de que aisladamente no va a poder satisfacer todas sus necesidades.
Las pasiones son elementos determinantes de la conducta humana. Como Hobbes lo afirmaba, en el estado de naturaleza predomina el egoísmo, Smith retoma este concepto. Uno de los problemas del individuo es que tiene necesidades ya que estas son inherentes al hombre.
Un ejemplo de esto: el hombre se satisface a través de la naturaleza, pero el caso es que sus necesidades son infinitas, prueba de ello es que el hombre nunca puede satisfacer su hambre, la sed, etc.
Las necesidades por tanto, duran como la vida misma, son procesos que se repiten constantemente.
Otros de los problemas son la escasez de los recursos, pues ellos son finitos, en tal sentido Smith define la economía como: «la administración de la escasez».
El conflicto se hace explícito por la escasez de los recursos y las necesidades ilimitadas, pero, además, escasean los talentos o las habilidades, ya que cada persona sólo posee algunas habilidades y sólo el conjunto de los seres humanos posee todas las habilidades.
El conflicto según Adam Smith tiene las mismas premisas que la economía y es una forma de reconocer su existencia: a) la naturaleza egoísta del hombre; b) los recursos escasos; y c) las necesidades infinitas.
Ante el dominio del conflicto, Smith sostiene que el ser humano debe tomar dos caminos: usar la fuerza que NO es buena para solucionar los conflictos, ya que puede encontrar a alguien más fuerte que él; o negociar y establecer acuerdo con sus semejantes.
Según Adam Smith, los seres humanos a pesar de su irracionalidad y egoísmo toman el segundo camino porque se da cuenta que la única forma de sobrevivir es relacionándose los unos con los otros a través del comercio.
Según Smith el primer acto humano de sociabilidad es el COMERCIO, es en ese momento en el cual se inicia la humanidad; a través del comercio los hombres a pesar de su egoísmo se empiezan a entender.
Con el comercio abandonan el estado de naturaleza y la violencia, pero no pierden su característica individual (egoísmo e irracionalidad), se inicia la actividad económica y la civilización. Se pone de manifiesto a pesar del egoísmo y la irracionalidad.
Asegura que el ser humano tiene que usar el comercio para resolver dos problemas fundamentales: la escasez de recursos y las necesidades infinitas de los humanos.
Este intercambio constante de productos es denominado «mercado» no es un lugar determinado con ubicación precisa, sino donde suceden los intercambios de productos.
Por ello cree que la única forma de solucionar estos problemas es a través del comercio, basado en la iniciativa individual y regido por dos leyes fundamentales: la ley de la oferta y la ley de la demanda, que según su juicio son leyes naturales.
Todo esto no es suficiente ya que el hombre no sólo quiere subsistir, sino también lucra para enriquecerse, por lo que encuentra un mecanismo para conseguir este objetivo.
Extender una determinada habilidad para satisfacer a todo el conjunto humano (comunidad) esta proyección se amplió a todas las habilidades, si todos juegan en el mercado con leyes mínimas y sin injerencia alguna, el conjunto entero se beneficiará.
Toda esta concepción trae como consecuencia:
- Nadie conoce mejor sus necesidades que uno mismo, por lo que se deduce que no se puede planificar el mercado y por lo tanto la economía, ya que para hacerlo se requeriría de un ser divino, metahumano que conozca las necesidades de todos y cada uno.
- Si se acepta que el gobernante (estado) pueda manejar la economía, aceptaríamos implícitamente un mal manejo económico, por lo tanto, el Estado no debe intervenir en el mercado, dejar al mercado liberado a sus fuerzas y leyes propias. Fuerza la mano invisible, leyes de oferta y demanda.
De lo anteriormente expuesto se infiera la función del Estado que es impedir que alguien altere las reglas del mercado, así como establecer los medios por los cuales se da seguridad interna y externa al mercado (estado gendarme), garantizar los contratos a través de las normas jurídicas.
En tal sentido, el esta debe hacer lo siguiente: a) controlar el cumplimiento de los contratos; b) hacer las obras de infraestructura, colegios, etc., para garantizar el funcionamiento del mercado; c) cuidar el orden interno y externo (Estado gendarme) y no intervenir en la economía.