«El diseño de los sistemas electorales es un componente vital de estos procesos que no puede ser concebido al margen del contexto más amplio del diseño constitucional e institucional y puede ser clave para áreas tan diversas como el manejo de conflictos, la representación de género y el desarrollo de un sistema de partidos políticos.
El adecuado diseño de un sistema electoral puede contribuir de manera significativa a un proceso de cambio político, alentar la participación popular y permitir el surgimiento de representantes legítimos que sean capaces de atender diversas necesidades y expectativas, tanto a futuro como de manera inmediata. Un mal diseño puede obstruir un proceso de avance democrático e incluso amenazar la estabilidad política.
Para ser exitosos, los procesos de diseño de sistemas electorales deben generar comprensión y confianza no sólo entre los políticos y administradores electorales, sino entre organizaciones de la sociedad civil, entre analistas, pero sobre todo entre los ciudadanos de un país que esté llevando a cabo un proceso de reforma democrática». (Pág. I)
«Los sistemas electorales deben ser diseñados para funcionar bajo las condiciones prevalecientes, así como para ajustarse a cambios futuros en las actitudes y comportamientos a medida que se modifiquen los incentivos electorales. Los sistemas electorales pueden contribuir al desarrollo de una democracia estable o convertirse en un dique que la obstruya.
La selección de un sistema electoral es una de las decisiones institucionales más importantes para cualquier democracia. Casi en todos los casos, la selección de un determinado sistema electoral tiene efectos profundos para el futuro de la vida política del país y, una vez adoptado, suele mantenerse estable por largo tiempo en la medida en que se cristalizan a su alrededor». (Pág. I)
Tipo de documento: Libro Electrónico | Editorial: Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral - IDEA