Si bien es cierto que el tema de la mujer y en especial sobre los derechos políticos se han discutido desde fines del siglo XVIII, es recién a mediados del siglo XX que el sistema internacional se sensibiliza sobre el asunto.
La forma de visibilizar el tema se traduce en la firma de tratados y convenios internacionales en los que el eje central es la equidad de género. Así tenemos por citar algunos instrumentos internacionales, la Convención sobre los Derechos Políticos de la Mujer de 1954 o la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de Discriminación contra la Mujer. [1]
En vista que dichos instrumentos internacionales obligan a los Estados a su cumplimiento y a la adecuación de sus normas internas, es que es posible que organizaciones internacionales, así como organismos internacionales y los Estados desarrollen políticas e implementen actividades en favor de la equidad de género.
En tal sentido, no basta la democratización de los países en términos de procedimientos y garantías democráticas básicas, sino es más importante incorporar a las minorías que hasta dicho momento habían estado marginadas del sistema político en cada país.
Aquí se evidencia, específicamente el papel de las organizaciones internacionales vinculadas al tema y su influencia para la implementación de las políticas en los Estados: 1) la incidencia política, 2) el empoderamiento de los actores y 3) el monitoreo de los avances (estadísticas y reportes regionales y nacionales) han sido las estrategias generales que se han implementado para incorporar el tema de la cuota o la paridad de género en América Latina.
La tarea consistió en poner en agenda el tema de la ausencia de la mujer en los cargos de elección popular, de la discriminación de que era objeto a pesar de representar aproximadamente el +- 50% de la población de los países.
Por otro lado, se buscaron los cambios normativos necesarios para implementar medidas de discriminación positiva que permitieran que el número de mujeres en la política se incremente, así la equidad de género se expresa en el establecimiento de las cuotas para las elecciones en la década de los 90 y la lucha por la paridad para mitigar los impactos de las cuotas y de los efectos del sistema electoral en la elegibilidad de las mujeres.
Hoy la lucha es también contra el acoso político. El monitoreo se evidencia en el desarrollo de data que permite visualizar los avances y retrocesos que suceden en los países que se interviene. [2]
En ese sentido, la influencia internacional y el alcance de las iniciativas ha sido muy importante. Por ejemplo, en el caso peruano, organismos internacionales como el NDI, el IRI [3] entre otros vienen implementando desde el año 2006 diferentes actividades con las mujeres políticas que ejercen cargos de elección popular, con mujeres militantes de los partidos políticos dotándolas de herramientas adecuadas para enfrentar la dispar lucha política por hacerse elegir.
Por otro lado, según reseñan (Archenti & Tula, 2013, pág. 7), Ecuador y principalmente Bolivia han tenido avances muy importantes, luego de pasar de la cuota a la paridad, pues al margen de las limitaciones expresadas por efecto del sistema electoral, lo que debe resaltarse es que las medidas propuestas se han traducido, en medidas legislativas que en otros contextos hubieran sido imposible de alcanzar.
Sin embargo, también estas influencias externas y las políticas que surgen de estas tienen sus limitaciones que se expresa en 2 elementos:
1) El cambio de prioridades de los organismos internacionales es un factor siempre a considerar, puesto que se manifestaría en la reducción de los recursos y apoyos que se brinda en busca del objetivo, o sin cambiar prioridades, la reorientación sobre los actores que serán apoyados.
Así se puede dar prioridad a las organizaciones de mujeres y disminuir o terminar las acciones de incidencia sobre los gobiernos, para que estos sean efectuados por las organizaciones internas.
2) El no alcanzar los objetivos de mejoras propuestas por las intervenciones, que puede visualizarse en los reportes de monitoreo, que como se pueden observar, los resultados no son homogéneos por las dinámicas y procesos internos como la normatividad electoral y las prácticas de los partidos políticos.
Una limitante a las estrategias que buscan la igualdad de género en el caso de la política tiene que ver con la evidencia de que las mujeres tienen un desinterés por la política en comparación con los hombres, esto se manifiesta en las encuestas que se hacen en diversos países.
Evidentemente, el punto de partida ha sido y es muy difícil, puesto que, para una persona se convierta en actor político, primero debe tener un interés sobre la materia y segundo, haber acumulado cierta información sobre el particular. (Sartori, 1992, pág. 144) Para llegar a este umbral otras necesidades deben ser cubiertas y aquí entra el papel de las políticas para otorgar a las mujeres las capacidades y las oportunidades para que puedan desarrollar todas sus potencialidades.
En ese escenario, los aspectos institucionales como el sistema electoral en la implementación de la paridad resultan relevantes en varios aspectos:
1) (Archenti & Tula, 2013) sostienen que la implementación de cuotas ha permitido el aumento del número de mujeres que acceden a cargos públicos en los diversos países, aunque el alcance es heterogéneo, por ello sostienen la necesidad de impulsar la paridad para que ambos géneros tengan la misma oportunidad de ser elegidos.
2) el tipo de sistema electoral resulta siendo significativo, puesto que reduce el impacto de la paridad, especialmente cuando las listas son abiertas o el voto es personalizado puesto que le da la oportunidad al elector de asignar su preferencia a un candidato específico; también en los casos de circunscripciones uninominales.[4]
3) El control que pueden ejercer los partidos políticos en la nominación de las candidaturas, resulta ser un factor limitante en entornos donde se aplica las cuotas o la paridad, ello debido a que estos organizan el proceso eleccionario interno.
En este sentido, las resistencias que se observan en los partidos políticos respecto del rol de la mujer, es el mismo que se observan en las demás esferas de la sociedad, es decir, es una expresión de la pauta cultural que líneas arriba se ha reseñado.
Una problemática adicional radica en la reforma del sistema electoral puesto según entiendo, hay objetivos contrapuestos entre los principios que lo rigen con la propuesta de la paridad.
Habría que puntualizar, por ejemplo, que las distintas formas de discriminación positivas (indígenas, jóvenes, discapacitados, representación especular) complicaría de sumo la fórmula electoral para la asignación de escaños, más aún si el número de escaños a repartir es reducido en general e incluso a escala de circunscripción electoral.
Asimismo, muchos sistemas electorales parten del supuesto de que el criterio de representación se adscribe a la circunscripción electoral y al partido político, independientemente del género de sus miembros. Al respecto, (Kymlicka, 1996, pág. 50) al problematizar la representación especular, concluye que la representación por grupos pueden ser medidas temporales para lograr la representación, aunque también presentan problemas de implementación como las mencionadas líneas arriba.