El comportamiento político no convencional puede ser definido, como aquel que está dirigido hacia cuestiones reivindicativas en su expresión tenue, y en su manifestación extrema al rompimiento del marco institucional y legal vigente.
Dentro de la expresión reivindicativa podemos considerar el abstencionismo electoral, las huelgas, las manifestaciones de protesta, las sentadas y el boicot. Mientras que en la expresión de ruptura consideraremos al sabotaje, el terrorismo y la guerrilla. Nuevamente está en juego la variable poder, pero en esta ocasión presentan características distintivas a resaltar.
Primero, este tipo de comportamiento es regularmente expresión de alguna forma de disfunción del sistema político, en que ante demandas superiores -en ese momento- a su capacidad de respuesta, hace que ciertos grupos o personas expresan de diferentes grados y maneras su reacción.
En segundo lugar, se manifiestan dos matices importantes. Por un lado, las expresiones de reivindicaciones que no se pueden alcanzar mediante los mecanismos convencionales y que obligan a los grupos afectados a realizar actos como las marchas y huelgas, etc. Lo que no significan ruptura o negación del sistema político; y por el otro lado, la manifestación directa del rompimiento y negación del orden institucional y por tal razón, el enfrentamiento a él, con actos como el terrorismo, el sabotaje o la guerrilla.
En tal sentido, este tipo de comportamiento involucra dos maneras de expresar un comportamiento, pero vinculados a intereses y objetivos distintos, en un caso manifestación de descontento y la consecución de objetivos dentro del sistema y en el otro, las mismas acciones, pero negando el orden institucional.
Una diferencia substancial, es que en el primer caso el sistema político puede enriquecerse y responder a las demandas planteadas, logrando reconstruir el equilibrio dinámico que manifiesta; mientras que, en otro, se juega la supervivencia misma del sistema político y por ende se hace uso de todo el poder y potencial disponible para enfrentar tal situación.
Ambos tipos de comportamiento no están disociados, sino que con fines de análisis y mejor comprensión nos permite identificar con claridad aquellas manifestaciones que intervienen regularmente en la participación política. Tanto el comportamiento político convencional y la expresión reivindicativa del comportamiento político no-convencional se vinculan con la búsqueda de mejoras y de los objetivos de grupos sociales que deben buscan similarmente la aprobación tanto de la sociedad como del sistema político.
Mientras que la expresión de ruptura del sistema involucra necesariamente una actitud y un comportamiento político vinculado necesariamente con el cambio violento del sistema político y por ello del principio de legitimación, de los valores, de las élites políticas y del procedimiento de selección de los gobernantes.
Como observamos tanto el comportamiento político convencional y no convencional expresan una participación pasiva y activa. Nuevamente en el continuo pasivo-activo, se manifiestan comportamientos distintivos en que se relacionan el objeto político, pero vinculado en el primer caso, especialmente a lo que hemos denominado el interés por la política, que se manifiesta por el seguimiento de los acontecimientos políticos, la pertenencia a un grupo de interés y escribir o hablar con los representantes públicos.
Todas estas manifestaciones son actividades pasivas en tanto implican seguimiento, apoyo o atención, y en ningún aspecto, manifestación de acción.
En otro sentido, la participación política activa, involucra otros comportamientos y actitudes, que se suceden por la participación electoral, el ejercicio del gobierno, manifestaciones de reivindicaciones y ruptura del sistema político.
Aquí sí podemos observar propiamente comportamientos políticos dirigidos hacia la estructura del gobierno para influir, gobernar e incluso manifestar rechazo.
En tal sentido, en ambos casos, el grado de compromiso político, es un indicativo importante para comprender y esperar algunas de las dos manifestaciones que estamos describiendo, ya que es el punto intermedio en que se unen. Sin embargo, debemos precisar, que no debemos esperar que haya una relación muy estrecha y necesaria entre la participación pasiva y activa.
En la mayoría de los casos, se pasa de una a la otra, pero en otros casos, sucede que la participación activa no involucra los componentes de la pasiva y aparecen comportamientos políticos desvinculados de los aspectos básicos del interés que se han descrito.
En resumen, la participación política pasiva y activa se vinculan a un todo que denominamos participación política, que simultáneamente es componente de lo que hemos denominado comportamiento político convencional y no-convencional.